La sociedad actual necesita dejar atrás el paradigma
industrial y los modelos pedagógicos bancarios que transmiten información y
conocimiento preventivo, y debe evolucionar hacia formas de aprendizaje que
hagan uso de los espacios invisibles para construir conocimiento práctico y
valioso a nivel personal y social.
En su libro EL
ELEMENTO, Robinson y Aronica (2009) destacan cómo los entrevistados,
personas con éxito en sus carreras profesionales, habían identificado cuál era
su “elemento”. El secreto de su éxito se debía no solo a que disfrutaban con su
trabajo, sino que además eran particularmente buenos en él. Este concepto se
opone al modelo educativo de la sociedad industrial, en el que primaba el principio
del conocimiento preventivo. Esto nos lleva a pensar que el éxito puede
lograrse siempre que se forme y motive a la gente para perseguir sus sueños.
En esta sociedad que estamos viviendo, los cambios
sociales y tecnológicos piden a gritos el resurgimiento del paradigma de
aprender haciendo.
¿CÓMO PODEMOS
MEDIR EL APRENDIZAJE EN LOS ESPACIOS INVISIBLES?
Controlar la calidad es siempre un elemento importante en
los sistemas educativos orientados a la producción industrial. De ahí surge que
políticos y agentes responsables de estas materias se preocupen tanto por saber
qué es lo que se aprende en las escuelas.
Un ejemplo de la linealidad propia del paradigma
industrial surge a partir del carácter mecánico de los procesos. Un ejemplo lo
encontramos en la clásica tarea en la que se les pide a los estudiantes que
lean gradualmente un libro, capítulo a capítulo, y que reciten de memoria los
datos leídos.
Esta cultura del aprendizaje industrial y de la
evaluación en masa la hemos adoptado a nivel mundial y para apoyarla hemos
creado el culto a la evaluación.
El autor Robinson (2001) dice que estos modelos de
memorización fragmentada se oponen al pensamiento sintético y creativo que los
ciudadanos necesitan trabajar en la economía actual.
El paradigma del Aprendizaje
Invisible sustituye la memorización preventiva por un aprendizaje que busca
ser significativo para quienes participen en la experiencia educativa. El él se
fomenta por encima de toda la aplicación práctica del conocimiento a nuevas
formas de resolución de los problemas, más que la repetición mecánica de datos
previamente aprendidos. En este nuevo paradigma los estudiantes se convierten
en auténticos AGENTES DEL CONOCIMIENTO.
El Aprendizaje
Invisible permite que los estudiantes actúen sobre su propio conocimiento,
aplicando lo que han aprendido a través de la resolución práctica de problemas,
incluidos aquellos que no han sido resueltos previamente. La aplicación
intencionada y contextual del conocimiento personal orientada a la creación de
soluciones innovadoras invalida una evaluación estandarizada y convencional que
no genera innovación.
En el Aprendizaje
Invisible el APRENDER HACIENDO
se enfoca más en cómo aprender que
en el QUÉ APRENDEMOS. Esto sugiere
que las pruebas o evaluaciones han de basarse en los resultados al igual que
cuando evaluamos una innovación. Éstas son las preguntas que nos formulamos al
evaluar un producto innovador:
·
¿Qué
ha ocurrido?
·
¿Ha
ocurrido algo nuevo? ¿Algo inesperado?
·
¿Ha
proporcionado algún beneficio?
·
¿Qué
pueden aprender otros a partir de esta experiencia?
El Aprendizaje
Invisible aborda la tecnología como una HERRAMIENTA PRAGMÁTICA, con un uso intencionado y cuyo objeto es
mejorar la experiencia humana en sí. Es decir, el uso que se hace de la
tecnología se caracteriza por los siguientes elementos:
·
Propósito bien definido: las tecnologías tienen que
tener un propósito y una aplicación concreta. Introducirlas por el mero hecho
de introducirlas llevará únicamente a que no sean utilizadas, a que los
usuarios hagan un uso incorrecto de las mismas y/o a que se produzcan resultados
no deseados.
·
Tiene por objeto contribuir al
desarrollo de nuestro mindware: las tecnologías deben ocuparse no solo de mejorar el
hardware o el software, sino también de sacar más provecho a nuestro mindware.
Es decir, deben utilizarse como instrumentos para potenciar nuestra
imaginación, nuestra creatividad y nuestra capacidad para innovar.
·
Funciona como una herramienta
social: las
tecnologías se utilizan a menudo con un fin social. Por ello es necesario
abordar el uso social que se hace de las mismas. Herramientas sociales y para
el aprendizaje como Facebook, Twitter, etc., a menudo son bloqueadas en
entornos educativos formales.
·
Es experimental: incorpora el aprender
haciendo y permite una experimentación que puede llevar a éxitos y eventuales
equivocaciones sin que se conviertan en fallas.
·
Evoluciona constantemente: al tratarse de un área en
fase de prueba en la que surgen nuevas ideas y nuevos enfoques, el uso que se
hace de la tecnología está sujeto a constantes cambios y transformaciones. A
medida que evoluciona, también lo hacen la sociedad, nuestra forma de aprender
y de compartir dicho aprendizaje.
John Dewey ya en 1938, mucho antes de que
la era de las tecnologías de la información tuviese algún significado, hacía
planteamientos para el mundo de la educación que gozan de especial pertinencia
hoy en día.
Dewey destacaba que las
experiencias de aprendizaje se constituyen a través de los principios de
continuidad e interacción, que se explican de la siguiente forma:
·
Continuidad: principio temporal que indica
que las personas aprenden a través de una secuencia continua en la cual las
experiencias del pasado afectan de manera positiva o negativa los futuros
aprendizajes. Por ello, una experiencia estimulante desencadenará inputs
positivos para generar nuevos conocimientos (tácitos y explícitos). En otras
palabras, el aprendizaje no es un suceso aislado, sino que está
interrelacionado con nuestras experiencias previas, condición que
inevitablemente repercutirá en aquello que podamos aprendes después
·
Interacción: principio que señala la
influencia que genera un determinado entorno y/o situación en la construcción
de una experiencia. Este componente ambiental plantea que tanto la adquisición
como la aplicación del conocimiento dependerán del contexto en que ello ocurra.
Desde esta perspectiva, el entorno (formal o informal, individual o colectivo,
analógico o digital, etc.) en el que se encuentra un individuo incidirá de
manera estratégica en su experiencia de aprendizaje.
Se propone un aprendizaje en TRES DIMENSIONES (3D) y de TRESCIENTOS
SESENTA GRADOS (360º). En otras palabras, todas ellas destacan la idea de
un aprendizaje 7/24 que transciende
los actuales límites temporales y espaciales de la educación formal.